jueves, 27 de enero de 2011

Burocracia Barata


Quieren que no digamos nada de ellos ni hablemos de la burocracia. Quieren que nos creamos que trabajan como burros. Quieren que les digamos que la sociedad les trata injustamente y que tienen una imagen equivocada de ellos, pero es que hay veces que no nos dejan otra opción.


Esta mañana tuve que ir a la Seguridad Social a pedir un certificado que se puede pedir por internet pero que el sistema deniega sitemáticamente (VLR) por cualquier tontería (una coma tras el nombre de mi calle fue lo que a mi me denegó el acceso, según pude saber a posteriori). También se puede pedir por teléfono, pero también sistemáticamente ese teléfono siempre está ocupado, sea la una de la tarde o las cuatro de la mañana, sea lunes o sea domingo.... Solución irremediable: Presentarse en las oficinas personalmente.


Me presento, para mi desgracia, en las oficinas (única oficina en una ciudad de 300000 habitantes) y lo primero que me encuentro es una especie de cadena humana esperando para que una señora de avanzada edad les/nos de el numerito correspondiente para nuestra gestión. La cadena humana es de unas 50 personas que avanzan lentamente a razón de 1 o 2 minutos por persona. Mientras espero en esa fila veo como la mayoría de la gente que ya está atendida y sale les dedica bonitos piropos a los funcionarios que allí están trabajando ("sinvergüenzas", "maleducados", "gentuza") a la vez que el guardia jurado que vela por la seguridad alienta a los presentes con frases del estilo de "esto es una vergüenza" o "menudo caos". Consigo el número y me dan el 124. Miro a la pizarrita y observo que es el turno del 56.... Me quedan unos 90 minutos por delante.


Tras hora y media de espera en la que aproveché para desayunar, acercarme a las rebajas e incluso dar un paseo relajante, consigo que me atiendan. Los momentos previos estoy nervioso, como cuando vas al dentista y sabes que el siguiente eres tú. Salta mi número a la pantalla y allá voy yo con paso firme y dándome cuenta de que el resto de los allí presentes me observan con envidia, con esa envidia cínica con la que los actores miran al ganador de la estatuilla. Me siento ganador, pero ¿ganador de qué?.


Por fin estoy atendido, pero ojo, no del todo porque tendré que volver con otro papel, tendré que esperar otra hora y media y tendré que escuchar los improperios que, con razón a sin ella, les dirigen los ciudadanos a esa especie de robots sin sentimientos que están detrás de una mesa sin importarles lo más mínimo que hay 150 personas esperando a ser las elegidas para hacer algo que, seguro, no es de su agrado. Gente cuyo deporte favorito es no devolver el saludo.


Por lo menos podían sonreir, ¿no?

miércoles, 19 de enero de 2011

Dientes, dientes....


Ayer tuve la suerte de vivir una de las experiencias más fascinantes con las que la vida nos puede sorprender, algo que a todos nos emociona y de lo que siempre guardamos maravillosos recuerdos. Ayer, afortunado yo, decidí tomarme la tarde libre para visitar a mi dentista (ironía I).

Es un lugar al que siempre voy contentísimo porque sé que no voy a sufrir. La tranquilidad y paz interior que tengo en las horas previas o incluso en la misma sala de espera es algo que no consigo ni cuando estoy de vacaciones tumbado al sol. El momento en el que entras y te sientas en ese sillón (me compraré uno para mi casa) para ponerte cabeza abajo es casi orgásmico, pero lo mejor llega cuando empieza la manipulación: Que si te pincho para anestesiarte, que si ya estás anestesiado y sientes que tienes la boca como Carmen de Mairena, que si ese ruidito agudo que suena a taladro de carpintero, etc., etc. (ironía II)

También uno se da cuenta de que los dentistas son mentirosos compulsivos: "Ya no queda nada" significa que te quedan por delante entre 40 y 45 minutos de sufrimiento. "Si te duele me avisas que paro" significa que si te duele te fastidias porque no puedes avisar al tener la boca inutilizada, pero si consigues avisar por otros métodos, te dirán algo así como "venga, aguanta que ya está". Y al salir, cuando te dice "no creo que te duela, pero si te molesta un poco te tomas un ibuprofeno" quiere decir claramente "esta noche, mañana y los próximos 7 días las vas a pasar canutas, desearás no haber venido nunca y yo de ti iba a la farmacia a comprar 7 cajas de ibuprofeno porque lo que te va doler no está en los escritos".

Y reconozco que todo es por mi bien, que a la larga es mejor para mí, que mi dentadura va a ser maravillosa y que podré hasta comer piedras con ella. Por eso y por el rato agradable que ayer me tocó pasar pago tan contento al final de cada sesión....

jueves, 13 de enero de 2011

Sólo sé que no sé nada


Esa frase atribuida a Sócrates es lo que puede resumir, salvando las distancias entre el griego y el menda, lo que me está pasando en las últimas semanas y que está empezando a asustarme. Me está costando mucho escribir, me cuesta mucho pensar, me cuesta lanzarme....y quiero, pero me cuesta mucho hacerlo.


Confieso que esta especie de post autoinculpatorio lo escribo para ver si marca, de una maldita vez, un punto de inflexión y empiezan a surgir ideas y ganas de plasmarlas.


Desde que me metí en el berenjenal este de escribir un blog, como practicante me dediqué también a observar otros blogs (es como el que tiene una frutería y se para a mirar otras fruterías para sacar conclusiones) y desde el principio tuve claro que para mantener con cierta ilusión a los seguidores es necesario darles combustible literario y sospecho que eso es de lo que ahora mismo está pecando este que suscribe.


Confío en que, como dije antes, este sea un punto de inflexión y pueda vovler a recuperar el camino en el que tan a gusto estaba antes. Además me debo ir preparando, que marzo está ahí...


martes, 11 de enero de 2011

Unas palabras para la hostelería...


Yo no sé si ocurrirá en todas las ciudades de España (espero opiniones), pero en Asturias y concretamente en Gijón, el gremio hostelero es para meterlos en un barco y mandarlos una buena temporada a navegar a la deriva por el Indico. Lo tengo observado desde hace mucho tiempo y cada día que pasa voy confirmando un poquito más que la gente que trabaja en los bares nos tratan mal, muy mal hasta el punto de que a veces se confunden las personalidades sin saber muy bien quién es el cliente y quién es el trabajador (esta afirmación, por suerte, no afecta al cien por cien de los trabajadores de la hostelería, pero si a unos cuantos).


El carácter "afable y bonachón" del hostelero gijonés llega a extremos en el que cuando pides una simple cocacola lo haces como con cierto temor por si al camarero le parece bien o mal que le molestes en ese momento de ocio que tiene y que aprovecha para ojear documentales en su enorme televisión de 360 pulgadas. La pides con temor, con miedo a molestar, como si para él fuese un terrible esfuerzo y tú le estuvieses estafando (recordamos que mantienen márgenes de beneficio de un 400 %) y eso no se puede consentir.


Estoy harto de esta gente y estoy harto de que intenten fastidiarme mis pequeños placeres. Estoy harto de tener que aguantar tonterías y tener que callarme. Tonterías como esa copa de cava que se me ocurrió pedir en un bar italiano (yo qué narices sabía que ese bar era italiano) y el dueño (español), perdonándome la vida, me dio algo similar y que encima estaba pasado (sin gas), pero cualquiera le decía algo al simpático. O ese otro al que le pedí un sandwich mixto, pidiéndole por favor que dijese en la cocina que quitasen los bordes del pan y va y me suelta (a través de una camarera, eso si) que lo sentía mucho pero que los bordes o me los quito yo o no se quitan. Con gente así, ¿qué podemos esperar?.


Decidme, queridos míos: ¿Ocurre esto en otros lugares del país???

sábado, 8 de enero de 2011

Nota Informativa 01/2011



Ante la avalancha de correos electrónicos, mensajes, llamadas a horas intempestivas y manifestaciones populares en las plazas de las ciudades más importantes del país, me veo obligado a declarar:





  1. Que no estoy muerto ni estuve de parranda. Tampoco sé muy bien cuándo me moriré o cuándo parrandearé, aunque todo apunta a que será primero lo de ir al otro barrio dadas las circunstancias que impiden que esta cabeza bineuronal consiga descansar como se merece.

  2. Que en estos días intenté escribir, intenté expresarme pero me fue literalmente imposible. El cansancio físico que arrastro y que hace que me duerma en cada esquina (tengo testigos) se suma al cansancio psíquico para el que debo poner remedio lo antes posible si no quiero verme reflejado en el punto 1 de esta nota informativa.

  3. Que en el mes de marzo, siempre que no se cumpla el punto 1 de esta nota informativa, este blog repetirá la experiencia "1 Día = 1 Post". Seguiré informando sobre la edición 2011 de esta iniciativa (siempre dependiendo del punto 1 de esta nota informativa).

En Villa Lan, a 8 de enero de 2011.