martes, 14 de diciembre de 2010

¿Eres feliz?


Esta es la pregunta que Alfred S. Parker, profesor de psicología humanitaria de la Universidad escocesa de Strathclyde, les hizo a doscientos de sus alumnos en los dos últimos años. Una pregunta que aparentemente es de respuesta fácil, pero que resulta bastante más complicada que un simple si o un triste no. Y es que todo depende de en lo que base cada uno su propia vida y esto es precisamente por la cantidad de variables que componen nuestra existencia y que, al fin y al cabo, hacen que todo esto pueda ser bastante más interesante de lo que parece.

La mayoría de los alumnos basaban su felicidad en el amor, en su pareja o sus ilusiones hacia una pareja que podía ser real o ser sólo una pretensión. Todos ellos manifestaban que si eran felices con sus parejas, el resto poco les importaba y que serían capaces de hacer cualquier cosa con tal de que su relación fuese una relación ilusionante, vivaracha y dinámica antes de tener que aburrirse y verse atrapados en algo que no desean. Otra pequeña parte hacían especial mención al tema económico. Si llegaban a final de mes sin problema, si disfrutaban de sus caprichos, si tenían lo que querían, ¿para qué necesitaban amor?.

Pero curiosamente, sólo una mínima parte de ellos (un 4%) declaraba ser feliz porque gozaba de buena salud. A estos poco les importaba tener pareja o tener la Visa oro bien repleta porque, inteligentemente, decían que no sirve de nada tener lujos si no hay salud para disfrutarlos.

La conclusión de todo esto es que todos, el cien por cien, dijeron que SI, que eran felices y que lo eran porque querían ser felices, porque su felicidad se basaba en una de las patas que sostenían sus vidas y no en todas ellas, pero, ¿Era esa la verdadera respuesta? ¿realmente eran felices o sólo creían que lo eran?.

Y ahora lanzo yo una pregunta para valientes: ¿Realmente somos felices con nuestras vidas? ¿Nuestra felicidad es PLENA? ¿Cambiaríamos algo? ¿Algún pequeño cambio nos haría serlo aún más?.

Vaya por delante que no me puedo quejar, pero siempre hay matices, siempre...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Voy a hacer una conexión acrobática, entre la felicidad, tu blog y el gin tonic:
A mi me gusta el Gintonic. Especialmente la Citadelle con Schweppes. El amargor-dulzor de la schweppes con esa ginebra me fascina. Podría decirse que hasta me hace feliz.
Oí decir recientemente del gintonic que "lo importante es quien lo bebe".
Pues lo mismo que la felicidad: depende de la pata de la mesa que uno elija. Lo importante es quien la viva.

elcabronencantabria dijo...

Estuve varias veces en la Strathclyde y si estos 200 elementos eran como el promedio de los que yo conocí, lo que me sorprende es que estuvieran en condiciones de responder a la pregunta.

De todos modos, antes de poder afirmar si somos plenamente felices o no, deberiamos definir el felizometro y la escala de valoracion asociada (del mismo modo que podemos medir la velocidad de un coche y alguien dice que ir a mas de 120 km/hora por autopista es ir demásiado rápido), y no sé cual de las dos tareas me parece más dificil.


Os imaginais el aparato como los alcoholimetros de la guardia civil. Y un Guardia Feliz por las calles haciendo pruebas: "Ha dado usted mas de 120 felicines por kg de peso. Es usted demasiado féliz como para compartir su vida con esta banda de infelices. Le multamos a perder su empleo y a paceder una ulcera duodenal".