De todos es sabido el cariño que le tengo a la ciudad de Madrid, quizás la tercera ciudad del mundo en la que yo he pasado mas tiempo de mi vida, después de Gijón y Salamanca, desde que ya de muy pequeño me iba a tratar mis problemas alérgicos a un médico del que sólo recuerdo que tenía su consulta en la calle O´Donnell y que cada vez que iba me caían, como mínimo, veinte pinchazos en cada brazo para detectar a qué sustancia era yo alérgico.
En uno de aquellos viajes de hace ya más de 30 años, recuerdo que paseando con mi padre por la calle Velázquez y justo al lado de aquella antigua confitería donde mi abuela nos compraba unos caramelos con forma de bocadillo de chorizo que eran muy graciosos se alzaba una tienda, que no me atrevo a aventurar qué vendía, y en cuya fachada colgaba el cartel con el mensaje que más impacto publicitario causó en mi mente a lo largo de mi ya extensa vida: “NO COMPRE AQUÍ. TODO ES MUY CARO”. Mi primer pensamiento, entonces, era que se habían vuelto locos, que eran malos comerciantes y que acabarían cerrando el negocio debido a que los obedientes ciudadanos harían caso del mensaje y comprarían en otros lugares a precios más populares.
Pero que equivocado estaba. La gente se agolpaba ante los escaparates para ver lo que era tan caro, comprobar que no lo era tanto y, de paso, el comerciante había conseguido su objetivo que no era otro que acercar a todo paseante a contemplar su cristalera, ver el género que vendía y, oye, seguro que a alguno le interesaba y entraba a comprar ahí donde un cartel le aconsejaba que no lo hiciese bajo ningún concepto.
Al final, me quedé sin saber lo que vendía esa tienda porque mientras la mayoría trataba de averiguar si realmente todo era tan caro como prometía, yo me quedaba extasiado antes aquellos bocadillos de chorizo hechos de caramelo de la confitería de al lado…
En uno de aquellos viajes de hace ya más de 30 años, recuerdo que paseando con mi padre por la calle Velázquez y justo al lado de aquella antigua confitería donde mi abuela nos compraba unos caramelos con forma de bocadillo de chorizo que eran muy graciosos se alzaba una tienda, que no me atrevo a aventurar qué vendía, y en cuya fachada colgaba el cartel con el mensaje que más impacto publicitario causó en mi mente a lo largo de mi ya extensa vida: “NO COMPRE AQUÍ. TODO ES MUY CARO”. Mi primer pensamiento, entonces, era que se habían vuelto locos, que eran malos comerciantes y que acabarían cerrando el negocio debido a que los obedientes ciudadanos harían caso del mensaje y comprarían en otros lugares a precios más populares.
Pero que equivocado estaba. La gente se agolpaba ante los escaparates para ver lo que era tan caro, comprobar que no lo era tanto y, de paso, el comerciante había conseguido su objetivo que no era otro que acercar a todo paseante a contemplar su cristalera, ver el género que vendía y, oye, seguro que a alguno le interesaba y entraba a comprar ahí donde un cartel le aconsejaba que no lo hiciese bajo ningún concepto.
Al final, me quedé sin saber lo que vendía esa tienda porque mientras la mayoría trataba de averiguar si realmente todo era tan caro como prometía, yo me quedaba extasiado antes aquellos bocadillos de chorizo hechos de caramelo de la confitería de al lado…
7 comentarios:
¿Y al final a que eras alérgico? y ¿como se llamaba la tienda de los caramelos?
Yo sé lo que vendían los de "no compre aquí..." Era la cadena de zapaterías "Los Guerrilleros", plástico del bueno, los precursores del todo a cien de zapatos.
Visitadnos desde Gijón en www.losguerrilleros.es
N te olvides de 1880, "El turron mas caro del Mundo"
Impactante
Pués mi primer pensamiento al leer este post, fué el siguiente: Y q pensaría su padre de ese slogan ??...
Pues soy alérgico a los ácaros, a la humedad, al mal humor ajeno, a la cebolla vista en la comida y a la comida de color naranja. Soy también alérgico a muchas otras cosas, pero no las puedo decir en público.
Lo del turrón no me acordaba, pero es verdad que va en esa línea. Yo nunca lo compré, porque compraba el Valle Ballina (El Gaitero) que vendían en "La Argentina", una tienda de las de verdad!!! (en realidad lo compraban mis padres.
OCLE, no tengo ni idea de lo que pensaba mi padre de ese eslogan. Bastante tenía yo con mirar a aquellos bocatas de chorizo caramelizados!!!. Pero conociéndole, seguro uqe pensaría la maera de traerlo para Gijón...
Sure LAN, sure !!!
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