viernes, 22 de mayo de 2009

La Marmita


Ahora que se acerca el fin de semana, me veo en la total necesidad de haceros partícipes de un reciente descubrimiento gastronómico-hostelero que tuve en uno de estos jueves que tanto disfruto y que, por desgracia, cada vez se dilatan más en el tiempo. Me refiero a "La Marmita", delicioso y coquetuelo restaurante del centro gijonés.

Reconozco, y no se la causa, que no era un lugar de mi simpatía. Digo que desconozco la causa (probablemente alguna mala atención de sus anteriores gestores) y me imagino que existiría alguna aunque con toda probabilidad ya estaría caducada y nada tendría que ver con la gestión actual del lugar.

Quien no lo conozca, La Marmita se sitúa en el centro de Gijón, concretamente en la calle Begoña, esquina Enrique III (si no me equivoco), justo detrás del edificio donde toda la vida estuvo el Banco de Gijón. Ocupa un edificio pequeñito de tres plantas, con el bar y alguna mesa en la planta baja con comedores y cocina en las otras dos. Decorado de una forma muy cálida pero sin empalagar.

A su dueño no le conocía, pero me pareció una persona muy puesta en su negocio y eso se agradece. Se notaba que disfrutaba ofreciendo su comida, recomendaba buena bebida y no tuvo duda en ofrecernos cualquier cosa que nos apeteciese aunque no estuviese en la carta.

Mi cena consistió en un excelente jamón acompañado de un riquísimo pan con tomate (aunque el pan con tomate sea algo sencillo, este estaba buenísimo. Además nos dió la receta que yo repetí en casa con parecidos resultados), un bacalao con pimientos muy bueno y de postre una (no tengo palabras) copa de crema de arroz con leche y compota de manzana. Impresionante.

Todo regado con un vino 3 B (Bueno, Bonito y Barato) de La Rioja llamado Tauron, recomendado por él y que estaba delicioso. Unos de esos vinos que te reconfortan.

Acompañado de un copazo de white label para rematar y con una cuenta que no llegó a 40 €uros por barba, algo casi ya imposible salvo que vayas a La Gaviota Calva (establecimiento que merece otro post).

Lo recomiendo totalmente, salí de allí con una sensación agradabilísima y con ganas de repetir porque, con toda seguridad, no me defraudará.
Recuerdo que esta opinión es mía, que ni soy experto ni crítico ni vivo de esto. Además debo decir que ese día era la primera vez en mi vida que veía a su dueño.

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