martes, 14 de julio de 2009

Rico rico


No es por daros envidia, pero el menda lerenda se acaba de meter entre pecho y espalda una ventrisquina, ventresquina o como narices se diga de bonito y patrocinada por mi estupendísima suegra que estaba im-presionante. Pertenecía a un bonito que esta misma mañana todavía campaba a escasas millas de La Cuesta'l Cholo, mar adentro.

Primero la metí al horno para que se fuese haciendo y a la vez estaba semi-friendo unas patatas panadera. Por otra parte en otra sartén hacía un sofritín con ajo, limón, aceite del rico (nada de girasolón) y vino blanco del más barato de toda la tienda (tengo la teoría que el vino blanco para cocinar debe ser de lo peor del mercado, ya que así dará un peculiar sabor a los platos que hagamos).

Cuando el pescado que estaba en el horno untado con aceite y limón empezaba a hacer "frisch-frisch" lo saqué y en la bandeja añadí las patatas (que no estaban fritas pero tampoco crudas), un tomate en rajas, eché el sofritillo por encima y lo metí todo, junto a un poco de sal gorda, de nuevo al horno para darle el golpe de calor definitivo y que se terminase de hacer.

El resultado: Un plato completamente vacío sin rastro de nada. Señal de que se podía comer, digo yo. Vamos, que ni en El Playu ni en El Candil ni en ningún lado. El bonito en mi casa.

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