martes, 7 de julio de 2009

San Fermín 2009


Son las 07:51 de la mañana del 7 de julio de 2009: San Fermín. Quedan apenas 9 minutos para que un chupinazo dé paso al primer encierro de estas fiestas.

Una de las cosas por las que más realizado me siento es por haber podido disfrutar de esas fiestas de una manera intensa e incluso lujosa, diría yo. Tenía aproximadamente 23 o 24 años, una edad en la que, por inercia, te comes el mundo, un piso en Pamplona (cedido amablemente) donde descansar (importante diferenciar entre el verbo descansar y el verbo dormir) y dinero suficiente para vivirlas sin grandes lujos pero sin penurias (en este punto es importante recordar que a esas edades eres capaz de ahorrar en comida para poder tomarte una copa más). Los lujos se materializaban en otras cosas como poder disfrtuar de la compañía intensa de algunos de mis amigos o poder ver un encierro desde un balcón de la Calle Estafeta acogidos por una familia que no nos conocía absolutamente de nada y nos abrió sus puertas ofreciéndonos una panorámica por la que muchos llegan a a pagar cantidades importantes. Nosotros no sólo no pagamos sino que además nos dieron café y churros. Siempre agradeceré la amabilidad de esa familia.

07:59. Los mozos ya están con los cánticos previos a la salida de los morlacos. Me sorprende que lo cantan en castellano (como toda la vida) y en euskera que antes no lo había oido nunca.
08:00. Explota el cohete que abre la puerta. Los toros empeizan a correr. Los mozos empiezan a caer.
08:02:34. Termina el encierro sin apenas heridos. Me sorprende, cada año más, que muchos mozos aparcan las camisolas blancas para lucir orgullosos camisetas de equipos de fútbol. Una pena.


Son unas fiestas que hay que vivirlas y que en nada se parecen al resto de fiestas que los lectores hayan podido vivir. Los lectores que sí hayan estado en Sanfermines me podrán dar la razón. Si no las conoces te pueden dar pereza, pero, de verdad, nada tiene que ver el estar allí con verlas por la tele. Tengo muchos, muchísimos recuerdos de aquellos días (no recuerdo si estuve 2 o 3 años). Por supuesto la gente iba uniformada (vestida de blanco con el pañolico rojo) y cuando digo que iba uniformada me refiero a TODO el mundo en todo momento. Ibas a hacer la compra y te servían la fruta con el pañuelo, ibas al banco y allí estaban los trabajadores con corbata y pañuelo, veías a la policía con el pañuelo y si montabas en autobús, este estaba decorado con un pañuelo enorme en su frontal.

La fiesta duraba las 24 horas de los siete días. No paraba en ningún momento y continuamente había actividad. Como anécdota os cuento que había un bar de copas que estaba abierto las 24 horas y aprovechaban la hora del encierro, en la que la gente está pendiente de los toros, para poder limpiar y a las nueve de la mañana volver a abrir y seguir sirivendo copas.

En la parte "negativa" (lo entrecomillo porque lo digo con todo mi cariño) estaba el "Olor a Fermín". Con este nombre bautizamos a una fragancia que por allí se daba fruto de la mezcla de vino, calimocho y fluidos corporales humanos. De verdad, nunca olí un cadáver, pero seguro que el "Olor a Fermín" es peor. Yo, por suerte o por desgracia, sólo lo pude oler allí y no demasiadas veces, no vayais a pensar que huele así siempre.

De verdad, creedme cuando os digo que es algo impresionante y que merece la pena vivir.



Viva San Fermín !!!!!!

1 comentario:

OCLE dijo...

... q merece la pena vivirla".
Y quien la dejo alli ??? Son festejos ancestrales q a esta altura de la pelicula debrian, al menos, ser modificados como todo aquello q puede evolucionar.
Ya no nos subimos a los arboles, no hacemos fuego para comer,no vamos en cueros, y tenemos un w.c para, entre otras cosas, tirar viejas costumbres q solo albergan el peligro con resultado de muerte.