Casi casi acaba de empezar y casi casi ya estamos en la cuesta abajo. El verano es lo que tiene. Lo esperamos con ilusión, con ansiedad, con necesidad, pero cuando llega nos parece que queda mucho por delante y que podemos vivirlo de una manera tranquila y sosegada, sin estrés así que cuando nos damos cuenta, llegamos a agosto, casi no hicimos nada y agosto pasa volando para dar paso a un septiembre que tiene ya más de otoño que de otra cosa.
Todos recordamos, cuando éramos más jóvenes, a nuestros mayores diciendo frases lapidarias como “es que pasan los años y no me entero” y nosotros quedarnos con esa cara de incredulidad y de asombro porque si un día daba para muchas cosas, ¿para cuánto daba un año entero?. Son esas edades en las que quieres ser mayor a toda costa, en las que quieres cumplir años y que se añadan a tu currículum como galones que se añaden en la chaqueta de un militar.
Pero el tiempo pasa, llega un momento en el que quieres ser eternamente joven y es ahí cuando el tiempo empieza a volar, literalmente a volar. Coge una velocidad difícil de alcanzar y con la que no es sencillo observar el paisaje que dejas de lado. Ese paisaje que va creciendo en tu camino y que cuando te das cuenta, ya es alto y frondoso.
Este año, como nunca antes me había pasado, me estoy dando cuenta de lo rápido que está yendo mi tren del tiempo, de todo el paisaje que veo por la ventanilla y de lo poco que puedo parar a observarlo. Paisaje que en algunas ocasiones fue terriblemente horroroso pero en otras (ocasiones) increíblemente maravilloso y con estas últimas me quedo para recordar siempre y a la espera de poder volver a observarlo en este o en siguientes viajes.
Y así, sin darme cuenta, ya estoy casi casi llegando a la siguiente estación, que la tengo ahí, a la vuelta de la esquina….
Todos recordamos, cuando éramos más jóvenes, a nuestros mayores diciendo frases lapidarias como “es que pasan los años y no me entero” y nosotros quedarnos con esa cara de incredulidad y de asombro porque si un día daba para muchas cosas, ¿para cuánto daba un año entero?. Son esas edades en las que quieres ser mayor a toda costa, en las que quieres cumplir años y que se añadan a tu currículum como galones que se añaden en la chaqueta de un militar.
Pero el tiempo pasa, llega un momento en el que quieres ser eternamente joven y es ahí cuando el tiempo empieza a volar, literalmente a volar. Coge una velocidad difícil de alcanzar y con la que no es sencillo observar el paisaje que dejas de lado. Ese paisaje que va creciendo en tu camino y que cuando te das cuenta, ya es alto y frondoso.
Este año, como nunca antes me había pasado, me estoy dando cuenta de lo rápido que está yendo mi tren del tiempo, de todo el paisaje que veo por la ventanilla y de lo poco que puedo parar a observarlo. Paisaje que en algunas ocasiones fue terriblemente horroroso pero en otras (ocasiones) increíblemente maravilloso y con estas últimas me quedo para recordar siempre y a la espera de poder volver a observarlo en este o en siguientes viajes.
Y así, sin darme cuenta, ya estoy casi casi llegando a la siguiente estación, que la tengo ahí, a la vuelta de la esquina….
3 comentarios:
El sábado estuve en una celebración de una niña que cumplía 15 años, un familiar de unos 70 de regalo le compuso una canción preciosa sobre su juventud y lo bonito de su actual edad. Pensé en mi cumpleaños de 15 años, celebrado en El Pilu invitando a mi pandilla a unos bocadillos de tortilla y a unos mostos en la ruta al anochecer y me di cuenta de que envidiaba (sanamente) más al señor de 70 que a la niña de 15 ya que él ha tenido la inmensa suerte de llegar hasta ahí. Sabemos que desgraciadamente no todos pueden decir lo mismo. Yo fuí feliz el día de mis 15 años pero espero con ansias el día de mis 70. Cumplir significa seguir.
Tienes razon, por eso yo trato siempre de anotar lo que hago y vuelvo a verlo al año, para sentirme que no ha pasado todo tan pronto
no es un tren es una AVE
Publicar un comentario