No tengo ni idea qué maldita civilización habrá decidido que nuestra vida había que medirla en lunas, soles, años, meses, semanas, días, horas, minutos,... , pero, desde luego, se cubrieron de gloria.
Vivimos esclavos del tiempo, de la hora para comer, la hora para cenar, la hora para marchar, la hora de volver y mi conclusión de este fin de semana es que yo no quiero eso. No quiero que pase el tiempo tan rápido cuando estoy viviendo algo maravilloso, cuando estoy disfrutando deseo con todas mis fuerzas que ese tiempo se congele y no corra tanto, porque ese tiempo va a velocidades imposibles de alcanzar y porque sabes a ciencia cierta que se terminará. El mismo tiempo que apenas corre cuando la vivencia no es buena, vuela cuando es algo maravilloso y que, seguramente, pasará tiempo (siempre tiempo lento) hasta que se vuelva a repetir.
En mi caso y en esas ocasiones me pasa una cosa que no me gusta, pero que no puedo evitar: Me bloqueo completamente y por culpa de estar pensando que el maldito y escaso tiempo está pasando, las palabras me quedan dentro, todo lo que quiero hacer no sale y luego me arrepiento de no haber aprovechado ese tiempo como realmente me hubiese gustado hacerlo.
Sé que no puedo hacer nada y que el tiempo seguirá pasando para bien y para mal. Lo que tendré que hacer, sin duda ninguna, será olvidarme y disfrutar a tope del momento para luego no arrepentirme de no haber disfrutado todo lo que yo hubiese querido. De todas formas, siempre quedan los recuerdos, los buenos recuerdos.
3 comentarios:
Me alegro LAN, me alegro muchisisimo.
Los buenos ratos hay q perpetuarlos.
Dios!!!! ayer a mediodía estaba yo en la Cuesta'l Cholo, al sol con buena compañía y ese ambiente único en ese lugar único y pensaba lo mismo.
Tenia intenciones de comentar, pero ya no puedo, mi tiempo de comentar en Blogs ya paso, culpa del reloj
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