Hace tiempo me autoproclamé como un gran defensor de las reuniones periódicas, regulares o irregulares, de amigos en condiciones alegres, distendidas y divertidas; que los funerales también reunen amistades pero no forman parte de mi defensa.
Considero que la vida de cada uno está formada por varios componentes humanos fundamentales y cada uno de estos componentes juega un papel importante: Está la familia, está la pareja, están los hijos y están los amigos. No tenemos porque tener todos los componentes ni tampoco tienen que estar necesariamente separados (de hecho es muy interesante mezclarlos de vez en cuando) pero si me parece fundamental para el bienestar interno de cada uno poder disfrutar cada cierto tiempo de estos componentes (los que se tengan) de una manera independiente del resto de ellos. De los amigos es de lo que hablo en este post.
Por fortuna para mí, esta semana pude disfrutar de una comida con algunos de mis amigos. No estaban todos los que son, pero si eran todos los que estaban. En ese tipo de comidas hablamos de todo, de lo importante y lo banal, de lo divino y de lo humano, de la alegría y la tristeza, pero hablamos, opinamos, reimos, discutimos y sobretodo recordamos.
Yo soy de los que escucho más que hablo y muchas veces lo hago por no considerarme preparado a opinar sobre ciertos temas, pero mientras escucho pienso y mientras pienso disfruto...y al final concluyo siempre con la misma idea en mi cabeza: "Que suerte tengo de poder estar aquí en este momento y poder disfrutar de esta compañía".
Puede sonar cursi y de hecho suena, pero es real y agradezco a la persona que tuvo la grandísima idea de proponer que estas comidas se repitiesen, al menos, una vez al mes. De momento llevamos dos y espero que ese número vaya creciendo.
Y es que todo tipo de reuniones son fundamentales con la excusa que sea: Ir a comer, ir a cenar, tomar un vino, un fin de semana rural, una llamada de teléfono...pero hay que hacerlas y no se puede uno dejar llevar por la pereza, ni por la desidia, grandes enemigos de este tipo de valores.
Considero que la vida de cada uno está formada por varios componentes humanos fundamentales y cada uno de estos componentes juega un papel importante: Está la familia, está la pareja, están los hijos y están los amigos. No tenemos porque tener todos los componentes ni tampoco tienen que estar necesariamente separados (de hecho es muy interesante mezclarlos de vez en cuando) pero si me parece fundamental para el bienestar interno de cada uno poder disfrutar cada cierto tiempo de estos componentes (los que se tengan) de una manera independiente del resto de ellos. De los amigos es de lo que hablo en este post.
Por fortuna para mí, esta semana pude disfrutar de una comida con algunos de mis amigos. No estaban todos los que son, pero si eran todos los que estaban. En ese tipo de comidas hablamos de todo, de lo importante y lo banal, de lo divino y de lo humano, de la alegría y la tristeza, pero hablamos, opinamos, reimos, discutimos y sobretodo recordamos.
Yo soy de los que escucho más que hablo y muchas veces lo hago por no considerarme preparado a opinar sobre ciertos temas, pero mientras escucho pienso y mientras pienso disfruto...y al final concluyo siempre con la misma idea en mi cabeza: "Que suerte tengo de poder estar aquí en este momento y poder disfrutar de esta compañía".
Puede sonar cursi y de hecho suena, pero es real y agradezco a la persona que tuvo la grandísima idea de proponer que estas comidas se repitiesen, al menos, una vez al mes. De momento llevamos dos y espero que ese número vaya creciendo.
Y es que todo tipo de reuniones son fundamentales con la excusa que sea: Ir a comer, ir a cenar, tomar un vino, un fin de semana rural, una llamada de teléfono...pero hay que hacerlas y no se puede uno dejar llevar por la pereza, ni por la desidia, grandes enemigos de este tipo de valores.
1 comentario:
Lan, yo también "paselo como Laqueta de viaje a Cancún"
Espero volver a coincidir por Gijón en alguna de las siguientes e intentaré escuchar más como haces tú.
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