No sé el porqué, pero hoy me acordé repentinamente de una anécdota pasada que la podemos calificar de desagradable e intolerante pero que, por desgracia, demuestra que hay gente que no merece estar dónde está.
Hace unos seis o siete años estaba en mi lugar de trabajo que, como ya sabéis, es un local comercial a pie de calle. Ya había terminado la jornada y estaba limpiando para que todo estuviese listo y presentable de cara al día siguiente. De pronto veo pasar por delante una manifestación de trabajadores de una empresa de construcción naval que protestaban por la falta de trabajo. Los individuos en cuestión, a la vez que gritaban contra todo iban pegando carteles y pegatinas con sus reivindicaciones allá por donde pasaban y cuando llegaron a la altura del negocio, un hombre corpulento y con un pobladísimo bigote (característica fundamental en este tipo de individuos) me estampa una de esas pegatinas (que generalmente son de mala calidad y se quitan muy mal) en mitad de la fachada. Educadamente le dije a aquel hijodesumadre que, por favor, no pegase ahí la pegatina ya que acababa de fregar y no era plan.
¿Sabéis cuál fue su respuesta? ¿Sabéis que me dijo aquel buen hombre? ¿Sabéis lo que dijo con su característico talante?
"Pues, o pongo la pegatina o te pinto la fachada entera con spray"
Con esa respuesta cargada de sentido común, de comprensión y de humildad aquel defensor de su puesto de trabajo pero al que no le importaba lo más mínimo el resto de la humanidad demostrando un egoísmo muy típico de este tipo de personas consiguió colocar su pegatina.
Yo aún no doy crédito a la reacción de aquel hijodelagrandísimaputa (perdona, Píter) y ojalá leyese esto y se diese por aludido. No es posible que una persona, por defender su puesto de trabajo, pueda hacer lo que le dé la gana, pueda destrozar mobiliario urbano, pueda entrar en una oficina y destrozar los ordenadores, pueda hacer pasar miedo a cualquier ajeno a su guerra que vaya a autobús y estos energúmenos decidan parar ese autobús y prenderle fuego...
Y no lo puede hacer porque no es NADIE, porque en este país hay cuatro millones de parados que no hacen lo que les da la gana y que están en situaciones mucho más injustas que la suya y porque me imagino que si una persona que se quedase sin trabajo fuese a la casa de este personajucho y le hiciese una pintada en su puerta, al mindundi no le haría ninguna gracia, pero como todos somos mucho más educados que él, eso nunca le va a pasar.
No sé qué será de este gilipollas ni me importa, pero supongo que estará cobrando una prejubilación interesante y si recuerda aquello se sentirá orgulloso de haber sido tan asqueroso. Yo, desde luego, lo recuerdo como tal.
Hace unos seis o siete años estaba en mi lugar de trabajo que, como ya sabéis, es un local comercial a pie de calle. Ya había terminado la jornada y estaba limpiando para que todo estuviese listo y presentable de cara al día siguiente. De pronto veo pasar por delante una manifestación de trabajadores de una empresa de construcción naval que protestaban por la falta de trabajo. Los individuos en cuestión, a la vez que gritaban contra todo iban pegando carteles y pegatinas con sus reivindicaciones allá por donde pasaban y cuando llegaron a la altura del negocio, un hombre corpulento y con un pobladísimo bigote (característica fundamental en este tipo de individuos) me estampa una de esas pegatinas (que generalmente son de mala calidad y se quitan muy mal) en mitad de la fachada. Educadamente le dije a aquel hijodesumadre que, por favor, no pegase ahí la pegatina ya que acababa de fregar y no era plan.
¿Sabéis cuál fue su respuesta? ¿Sabéis que me dijo aquel buen hombre? ¿Sabéis lo que dijo con su característico talante?
"Pues, o pongo la pegatina o te pinto la fachada entera con spray"
Con esa respuesta cargada de sentido común, de comprensión y de humildad aquel defensor de su puesto de trabajo pero al que no le importaba lo más mínimo el resto de la humanidad demostrando un egoísmo muy típico de este tipo de personas consiguió colocar su pegatina.
Yo aún no doy crédito a la reacción de aquel hijodelagrandísimaputa (perdona, Píter) y ojalá leyese esto y se diese por aludido. No es posible que una persona, por defender su puesto de trabajo, pueda hacer lo que le dé la gana, pueda destrozar mobiliario urbano, pueda entrar en una oficina y destrozar los ordenadores, pueda hacer pasar miedo a cualquier ajeno a su guerra que vaya a autobús y estos energúmenos decidan parar ese autobús y prenderle fuego...
Y no lo puede hacer porque no es NADIE, porque en este país hay cuatro millones de parados que no hacen lo que les da la gana y que están en situaciones mucho más injustas que la suya y porque me imagino que si una persona que se quedase sin trabajo fuese a la casa de este personajucho y le hiciese una pintada en su puerta, al mindundi no le haría ninguna gracia, pero como todos somos mucho más educados que él, eso nunca le va a pasar.
No sé qué será de este gilipollas ni me importa, pero supongo que estará cobrando una prejubilación interesante y si recuerda aquello se sentirá orgulloso de haber sido tan asqueroso. Yo, desde luego, lo recuerdo como tal.
Y yo, ¿por qué estoy tan cabreado??
2 comentarios:
joder Lan, te has levantado con el pie izquierdo?
Tienes toda la razón. Aunque puedo llegar a comprender a los trabajadores de Naval. Sin embargo es su forma de llamar la atención, defender sus puestos de trabajo, eso sí a base de joder un poco al prójimo. Sin embargo me da hasta cierta envidia la solidaridad que demuestran entre ellos, el espíritu de lucha y de protesta. En algunos gremios o en otros trabajos no se da ese espíritu reivindicativo cuando hace falta y muchos son unos conformistas. La resignación ante las injusticias es lo que me cabrea, y me temo que de eso hay mucho.
Cuando leas esto seguramente ya habrás disfrutado de tus vacaciones, espero que descanses y disfrutes de las "cosas buenas que tiene la vida"
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