Existen cantidad de pequeños placeres que nos rodean constantemente, pero lo hacen tan a menudo y están tan presentes en nuestras vidas que no nos damos cuenta de ellos y pasan desparecibidos hasta que por alguna causa, esos placeres que forman parte de nuestra rutina, desparecen y es entonces cuando empezamos a lamentar su ausencia.
Hace pocos días recibía la agradabilísima visita de unos amigos en mi ciudad (Gijón, ya lo sabéis) y al acercarnos a la playa me dice uno de ellos "Vaya como se nota el ruido del mar". Aquella frase me dejo sorprendidísimo porque yo no era capaz de escuchar nada que no fuese el ruido de los coches que por allí pasaban. En ese momento puse todo mi interés en escuchar ese sonido y al final lo conseguí, pero me costó mucho, lo reconozco. Es un sonido al que estamos tan acostumbrados que nuestra mente dice : "No pierdas el tiempo en analizar este sonido y dedícate a otras cosas" y nosotros que somos muy obedientes hacemos caso a nuestra mente y dejamos de escuchar ese sonido, que es uno de los mejores sonidos que una persona puede escuchar.
Todo eso me llevó a pensar lo que decía al inicio de este post y es que con nosotros van mil y un placeres que, por desgracia, no sabemos apreciar hasta que algo o alguien nos hacen pensar en ellos o hasta que desaparecen y también me lleva a preguntarme "¿qué placeres tendré a mi alcance y no seré capaz de disfrutar de ellos?".
Y es que hay tantos y tantos pequeños placeres: Una buena lectura, una buena conversación, una buena brisa en la cara, una buena peli, un buen vino, una buena tarde, una onza de chocolate, una oportuna lluvia, una canción, una cocacola, un baño con salitre ...... Deberíamos tratar de disfrutar de ellos siempre. Seguramente seríamos más felices.
2 comentarios:
!Qué gusto! Me apunto a todos esos pequeños placeres...
los olores!!
Publicar un comentario