domingo, 3 de octubre de 2010

Que malo es el ocio...


Descubro en mis propias carnes que el ser humano, cuando está ocioso, hace cosas raras de difícil explicación. Y es que precisamente, por culpa de eso, del ocio provocado por la huelga del pasado miércoles, de pronto y juro que no sé muy bien porqué, me veo delante de mi ordenador abriendo una cuenta de Twitter sin saber muy bien lo que estoy haciendo.

Creo recordar que hace tiempo (no demasiado) yo era un chico moderno, que me interesaba cualquier avance tecnológico, que curioseaba por todo aquello que necesitase electricidad para funcionar y que tenía respuestas cuando alguien me preguntaba sobre temas, por ejemplo, informáticos. Pero algo ocurrió que ahora soy todo lo contrario y cada vez peor. Me hago mayor...

Para empezar abro una cuenta de Twitter pero soy incapaz de saber para qué sirve y de verle la gracia. Me lo intentan explicar una y otra vez pero no hay manera. Es algo parecido a lo que os contaba de Mujeres, Hombres y Viceversa que a día de hoy sigo sin saber en que consiste ese programa televisivo. De Twitter me hablaron mucho....pero ni idea de su utilidad. Tampoco entiendo ni papa de ordenadores, ni de teléfonos o smartphones como los llaman ahora, ni de discos duros ni blandos, ni TDT's ni televisones de led o de plasma y pobre del que espere que le mande una foto por internet, porque yo las hago con la cada vez más odiada cámara digital, pero ahí se quedan para siempre, porque si algo me da pereza en esta vida es tener que pasar las fotos de la cámara al ordenador y luego ordenarlas según fecha o evento.

Me imagino que mi flamante cuenta nueva de Twitter se quedará ahí para los restos. De hecho estoy escribiendo esto y no soy capaz de recordar mi nombre de usuario y mucho menos mi contraseña. Quién sabe si algún día le encontraré sentido. De momento...ninguno.

No hay comentarios: