martes, 27 de enero de 2009

Cuatro



Madre mía!!!. El número de posts escritos durante los últimos días en este blog es bastante escaso y eso me hace sentir un poco mal. Viene a ser, me imagino, como aquel que hace deporte de una manera regular y de pronto, por causas ajenas a su voluntad, no puede hacer el deporte al ritmo que a él le gustaría. Así me siento yo estos días pero confío en que todo se vaya volviendo normal y rutinario desde este mismo momento.



Hablando de deporte, no se puede decir que yo sea un enviado de los dioses ni mucho menos. Siempre fui bastante mediocre en todo lo que practiqué. Desde el hockey hierba donde era más malo que la droga hasta el pádel donde, como ya os dije alguna vez, apenas gané un partido. En fútbol nadie me quería en su equipo y cuando voy a correr mi cabecilla empieza a pensar si estaré corriendo demasiado y paro no vaya a ser que me de un yuyu en mitad de la pradera, pero no era de esto de lo que quería hablar.



Cambio de tema: Hoy es el cumpleaños de mi hija y aunque no suelo escribir cosas demasiado personales creo que la ocasión merece la pena. Lo que supone y conlleva tener una hija (o un hijo) es algo que es imposible de explicar a alguien que, por los motivos que sean y que respeto al cien por cien, no ha tenido esa oportunidad, pero quien tenga un hijo sabrá de qué le estoy hablando. Inicialmente a todos nos venden la moto de que es algo maravilloso y que le quieres desde el primer momento que lo ves y bla, bla, bla. En este punto discrepo y sospecho que discrepa un 98% de la población. El amor a un hijo se va trabajando día a día y cada día aumenta, llegando a límites desconocidos e insospechados. Los comienzos son algo desconcertantes teniendo gran culpa de esto esas famosillas de poca monta que salen en el Hola con su hijo en brazos y declarando lo maravilloso que fue todo y que le quiere desde que lo engendró (en estos momentos meto los dedos índice y corazón en mi boca a la vez que saco mi lengua haciendo un gesto que todos conocemos), pero una vez pasado este periodo, que no dura mucho tiempo, la recompensa recibida es bestial, pero insisto, imposible de explicar con palabras. Algo increible.


Cuando nació ella y una vez superado ese estrés inicial se me ocurrió definir esa sensación con una frase que reproduzco y que cada uno piense si le ocurrió lo mismo o no: "Mi hija lleno dentro de mi un vacío que no sabía que yo tenía y del que no era consciente".

Pues cuatro añazos que cumplió hoy la criatura y por los que quiero agradecer a todo el mundo que hoy la llamó, que le hizo algún regalo, que le dieron muestras de un inmenso cariño. A todos los que tuvieron presente que hoy, para ella, era un día muuuuuy importante.



Gracias mil y como diría mi madre: "De hoy en un año...".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Animo Lan, aunque no contestemos te seguimos en la distancia...

Muchas Felicidades a Lanita.

Anónimo dijo...

Muchas felicidades para la nena aunque con retraso. Tamos aquí aunque no nos veas