viernes, 5 de diciembre de 2008

Don Erre que Erre

Jajaja. El título de este post ya me hace reir, porque me recuerda a Paco Martínez Soria (que tengo entendido que en la vida real era un tío bastante borde), a sus películas que ponían (y no se si ponen aún) los sábados por la tarde y a mi amigo Ale que lo imita bastante bien y con mucha gracia diciendo aquello de "muy buenaaaaas". Jajaja, es que me estoy acordando y es buenísimo. Escrito no es lo mismo, pero si veis a Ale haciéndo además lo de "EstEEEban" o "El Flequi" podéis palmar de la risa.


Bueno, al grano, que mi idea inicial no era hablar ni de Paco ni de Ale, era de mi y de mi libro como diría Paco Umbral y del partido de pádel que jugué ayer. El pádel es un deporte que recomiendo 100 por 100 a cualquiera, pero más a aquellos/as cuya forma física va perdiendo esa alegría que tenía en la adolescencia y el resultado fué tremendo, en nuestra contra claro está.

No sé los años que llevo jugando a esto y debí jugar cinco millones de partidos y de esos cinco millones debí ganar tres (tres partidos, no tres millones), ni más ni menos y uno de ellos contra un pobre hombre que era manco (igual no es políticamente correcto decir manco). Esto que suena a chiste barato es cierto. A aquel hombre le faltaba un brazo y, lógicamente, cogía la raqueta con el otro. Un ejemplo de hombre porque él, aún con alguna dificultad, estaba allí luchando como el que más. Creo recordar que, efectivamente, aquel partido lo ganamos, pero no fué nada fácil. Por cierto, un tío encantador.

Soy malo malísimo en cualquier deporte. Los hay que tienen facilidad y todo se les da bien. Pues yo soy del lado opuesto. Me gusta hacer deporte pero debo reconocer que no tengo una especial habilidad y menos mal que soy buen perdedor, que si no iba jodido. Cuando había partidos de fútbol a mi siempre me escogían el último y eso si me escogían, que a veces me tocaba hacer de utillero o de árbitro o cuando me puse a nadar en San Sebatián en la playa de La Concha intentando llegar a una plataforma que había en medio del agua y casi me voy del mundo. Y otro día os hablaré detenidamente de mis clases de pilates que también tienen delito.


Pero yo, como soy como Don Erre que Erre pues ahí sigo haciendo deporte, jugando a padel y perdiendo sin parar pero disfrutando.
Me quedo con ganas de hablar de Paco Martínez Soria y sus películas. Lo dejaré para otro día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo llevo los palos de golf y una bolsa con la ropa desde hace 4 años (exactamente desde el 12.09.04) en el maletero del coche y me lo llevo a todos los viajes (en alusion a tus maletas) por si acaso...
Llevo el mismo tiempo sin salir al campo, pero pronto volverá la magia a La Llorea...

mariajo dijo...

Hola Lan, que identificada me siento con el tema del deporte. Yo sólo hice un deporte en mi vida y por culpa de esas malditas actividades extraescolares a las que todos teníamos que ir porque si no eras un niño raro. Pues mis padres decidieron que lo mío tenía que ser el atletismo(nunca lo entenderé porque no se puede correr más despacio que yo) y al igual que tú con "el manco", yo sólo en una ocasión NO llegué la última, y fue porque dos se retiraron y otras dos se pegaron una leche que pa que. Unos fines de semana corríamos en La Laboral y otros en Perlora, donde las carreras eran de fondo y yo llegaba cuando daban la salida a los siguientes(no exagero ni un pelo), casi no me daban ni el zumo que regalaban al llegar a meta.
La verdad es que yo lo llevaba bastante bien: estrenaba chandall o camiseta y a correr, sufría por mi padre que el pobre allí iba a verme con toda la ilusión. Mi madre tan tranquila no pasaba ninguna pena porque tengo que aclarar que soy otra de las hermanas de Pitu, el de la madre superpositiva.
P.D.: me gustaría tener un especial recuerdo para Don Jesus, profesor del colegio Begoña que con tanta paciencia cargó conmigo en todos los eventos deportivos con la única intención de que los alumnos nos divirtiéramos, no como ahora que los crios parece que están en una competición como si les fuera la vida en ello: a ellos a sus padres y a los entreneadores