jueves, 11 de diciembre de 2008

Salamanca campero


En el post anterior (el de la positividad) salía la palabra Salamanca y no voy a esperar ni un minuto más para hablar de la segunda ciudad más importante en mi vida personal.

Yo no estudié en Salamanca, que es lo que podría parecer, pero me hubiese gustado mucho hacerlo por dos motivos: El primero que hubiese podido estudiar periodismo y el segundo que hubiese estado, al menos, cinco años seguidos en esa maravillosa ciudad. Tampoco tengo familia allí ni siquiera amigos. Puedo decir que en Salamanca no conozco a nadie para establecer un vínculo con la ciudad, pero, repito, es la segunda ciudad más importante de mi vida.


A Salamanca la conocí hace muchos años, en el viaje de estudios de octavo de EGB. Nos llevaron un fin de semana (la casa por la ventana) y como no podía ser de otro modo, allí me presenté con dos maletas. Posteriormente, con veintipocos años ya empecé a ir con mis amigos de fin de semana. Eran fines de semana aislados y procurábamos que, al menos, hubiese dos en el año.

Nos metíamos en las pensiones más baratas y eso tenía consecuencias, como aquella pensión atendida por el Dr. Jekyll, que por la mañana era encantador y cuando oscureciá era el auténtico gilipollas. O la pensión en la que nos hacinaban excepto a uno que lo metieron en una especie de celda con ventana enrejada y puerta metálica. Incluso aquella, que era un lujazo, en la que nos despertaba una manifestación dominguera protestando por nosequé. Y no me olvido del hostal Mindanao al que había que llamar a la puerta para entrar y una voz siempre preguntaba: -"¿Número de habitación?" y nosotros, afectados un poquillo, respondíamos "nffdigiff" (algo incomprensible) y ellos siempre abrían la puerta.

Esos cafeses en la Plaza Mayor a precio de billete de avión, esos pinchos acompañados de sus respectivas cañas en aquel que bajaba al lado del Burguer King y donde nos enteramos de la muerte de Kurt Cobain, esas copas en el Tiovivo, Morgana, Moderno, Puerto de Chus (de guiris), La Iguana y mil más cuyos nombres soy ahora incapaz a recordar, pero que los visualizo en mi cabeza.

Esos paseos para ver la Casa de las Conchas, el astronauta de la Catedral Nueva. Esos paseos a caballo amenizados con la agradable e intersante conversación de Paco Valverde.

Podría decir taaanto de Salamanca. Aquí me dejo mucho más de la mitad.




"Cuanto te quiero te quierooooooo, cuanto te quiero te quierooooooo...mi Salamancaaaaaaaaaaa, mi Salamanca camperooooooooooooooooooooooooooooooo" (Rafael Farina).

4 comentarios:

Mr Pesk dijo...

Te ayudo un poco: Camelot, el Callejón, el Submarino, el barato, el 911, el Escaná, el Corrillo...

Mr Pesk dijo...

... el Cotton...

Mr Pesk dijo...

... el Cotton...

Anónimo dijo...

...Atahualpa (antes La Pure)y Potenkim...

..que tiempos...